Para la presente edición, nuestro lector Juan Valdivia nos entrega una historia muy hermosa donde comienza diciendo que “… Había una vez, un rey que tenía cuatro esposas… Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás, la adornaba con las más finas vestiduras ¡le daba lo mejor!
También afirma que amaba mucho a su tercera esposa, y a ella la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, su gran temor era que algún día ella se fuera con otro.
LAS CUATRO ESPOSAS
También amaba a su segunda esposa… Ella era su confidente, se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles….”
“… La primera esposa del rey era una compañera muy leal, ya que había hecho grandes contribuciones para mantener la riqueza, como el reino del monarca…
Sin embargo, él no amaba, apenas si él se fijaba en ella….”
Un día, el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo de vida…
Y pensó “Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera, estaré solo”.
Así que le dijo a su cuarta esposa:
“Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero; Ahora que estoy muriendo…” ,¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía…?”
“¡Ni pensarlo!”, contestó y se alejó sin decir más palabras.
Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo filoso.
El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa:
“Te he amado toda mi vida; Ahora que estoy muriendo, ¿Estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?”
“!No!”, contestó ella. “La vida es demasiado buena!, ¡pienso volverme a casar!”
Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío…
Entonces preguntó a su segunda esposa:
“Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí… Cuando muera, estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?”
“¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez!”, contestó la segunda esposa.
“Lo único que puedo hacer por ti es enterrarte”.
Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey.
“Me iré contigo y te seguiré dondequiera que tu vayas”.
El rey dirigió la mirada en dirección de la voz, y allí estaba su primera esposa…
Se veía tan delgaducha… sufría de desnutrición. Profundamente afectado,
El monarca dijo:
“Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!”
En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas…
Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuánto tiempo y esfuerzo inviertas en ello…”Te dejará cuando mueras…”
Nuestra tercera esposa, son nuestras posesiones, condición social y riqueza…que cuando mueras, “pasaran a manos de otros…”
Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos; lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro…
Y nuestra primera esposa es nuestra alma… es la única que nos acompañará donde quiera que vayamos.
Así que, cultívala, fortalécela y cuídala ahora! Es el más grande regalo que puedes ofrecerle al mundo.