En los últimos años, el Congreso del Perú ha sido criticado por sus decisiones que han perjudicado al país. La interferencia política y la falta de visión han afectado el progreso económico y social, erosionando la confianza financiera internacional y reduciendo las inversiones extranjeras. Las políticas legislativas han limitado la labor de tecnócratas como José Arista, afectando la recaudación fiscal. La situación ha alarmado a entidades como el BID y alejado al Perú de ingresar a la OCDE. La ineficacia del Congreso en abordar problemas cruciales ha debilitado la democracia y aumentado la desconfianza pública, impidiendo reformas necesarias para el desarrollo.
El Congreso de la República: Un Obstáculo para el Desarrollo del Perú y la Transformación Digital
El BID acaba de aprobar un préstamo de 35 millones de dólares para aumentar la sostenibilidad fiscal, su preocupación es latente.
(americasistemas.com.pe. Lima, Perú – 22 de mayo 2024) En los últimos años, el Congreso de la República del Perú ha sido objeto de intensas críticas debido a sus acciones y decisiones que, según numerosos expertos y tecnócratas, han perjudicado gravemente al país en diversos aspectos. La interferencia política, la falta de visión a largo plazo y la manipulación de la agenda legislativa han creado un entorno desfavorable para el progreso económico y social del Perú.
Uno de los aspectos más preocupantes es cómo estas acciones han afectado la confianza financiera del país en el ámbito internacional. La falta de estabilidad política y la percepción de un Congreso más interesado en agendas personales o partidistas que en el bienestar nacional han llevado a una disminución en las inversiones extranjeras. Los inversionistas buscan estabilidad y predictibilidad, cualidades que el Perú ha visto erosionadas por las constantes crisis políticas y los cambios abruptos en las políticas económicas promovidas desde el Congreso.
Adicionalmente, la labor de tecnócratas y profesionales altamente capacitados se ha visto seriamente limitada por la injerencia del Congreso. Un ejemplo claro es el caso de José Arista, ministro de Economía, quien ha intentado implementar la Transformación Digital en la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (SUNAT). Sin embargo, sus esfuerzos se han visto obstaculizados por decisiones legislativas que no solo carecen de fundamento técnico, sino que también responden a intereses políticos de corto plazo. Esta obstrucción ha contribuido a una caída significativa en la recaudación fiscal, exacerbada por políticas como la exoneración del IGV y otras medidas tributarias populistas.
La preocupación no se limita al ámbito nacional. Los principales funcionarios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han expresado su alarma por la situación, ya que los créditos otorgados al Perú no están siendo utilizados de manera efectiva. Esto no solo retrasa proyectos esenciales para el desarrollo del país, sino que también afecta la reputación del Perú en la comunidad internacional.
El sueño de ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se ve cada vez más distante. La falta de una agenda coherente y la inestabilidad política son barreras significativas que alejan al Perú de cumplir con los estándares exigidos por esta organización. Además, la capacidad del país para atraer inversiones a través de la emisión de bonos ha disminuido drásticamente. Antes, los bonos peruanos se vendían rápidamente, reflejando la confianza de los inversionistas. Hoy en día, esta confianza se ha visto erosionada por la incertidumbre y la falta de liderazgo claro en el Congreso.
La calidad de vida de los peruanos también se ve afectada por la incapacidad del Congreso para abordar problemas cruciales como la educación, la salud y la infraestructura. En lugar de trabajar en soluciones efectivas para estos desafíos, el Congreso frecuentemente se ve envuelto en escándalos y controversias que desvían la atención y los recursos de los problemas reales que enfrenta la nación.
La percepción de un Congreso desacreditado también ha repercutido en la confianza pública. La ciudadanía peruana se siente cada vez más desencantada y desilusionada con sus representantes, lo que se traduce en un debilitamiento de la democracia y un aumento de la apatía política. Esta desconfianza generalizada no solo socava la legitimidad del Congreso, sino que también impide la construcción de un consenso necesario para impulsar las reformas que el país urgentemente necesita.
Es crucial que la opinión pública sea consciente de estos problemas y de la necesidad de exigir un cambio en la conducción política del país. La transformación digital, el uso eficiente de los créditos internacionales y una política fiscal coherente son esenciales para el desarrollo del Perú. Para que el Perú pueda superar estos desafíos y avanzar hacia un futuro más próspero, es imperativo que el Congreso adopte una postura más responsable y alineada con los intereses a largo plazo del país.