Nuestro leal lector Juan Valdivia, nuevamente para la primera edición de abril nos hace entrega de una nueva e interesante historia donde dice que Había un rey muy triste… que tenía un sirviente, que era muy feliz. Todas las mañanas traía el desayuno y despertada al rey, cantando y tarareando alegres canciones de juglares.
Una sonrisa se dibujaba en su extendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre. Un día el rey lo mandó llamar –paje-le dijo- ¿Cuál es el secreto de tu alegría?… sigamos leyendo.
El círculo del 99
(americasistemas.com.pe. Lima, Perú – 03 de abril 2019) -No hay ningún secreto, Alteza. –No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
-No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
-¿Por qué estás siempre alegre y feliz? –Majestad, no tengo razones para estar triste.
Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha Asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza nos premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz? -Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar –dijo el rey- Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
-Pero, Majestad no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando.
¡Vete!, ¡vete antes que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.
El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.
Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana. -¿Por qué él es feliz? –Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo. -¿Fuera del circulo? – Así es.
-¿Y eso es lo que lo hace feliz? –No majestad, eso es lo que no le hace infeliz.
-¿Qué circulo es ese? –El círculo del 99. – Verdaderamente, no te entiendo nada.
-La única manera para que entendieras, seria mostrarte en los hechos.
-¿Cómo? –Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
-Eso, obliguémoslo a entrar. – No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el circulo
-Entonces habrá que engañarlo. –No hace falta, su Majestad.
Si le damos la oportunidad, el entrara por sí solo.
-¿Por si solo? Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
-Si se dará cuenta.
-Entonces no entrará. –No lo podrá evitar.
Majestad ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?
-Bien, esta noche le pasare a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99!
-Qué más? ¿Lleco los guardias por si acaso
Nada más que la bolsa de cuero, Majestad hasta la noche.
Así fue en la noche fueron a la casa del sirviente y dejaron en la puerta de la casa una bolsa con una nota que decía: “este tesoro es tuyo” tocaron la puerta y se escondieron, el sirviente miro la bolsa leyó el papel , apretó la bolsa contra su pecho cerró la puerta y entro, el rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena.
El sirviente tiro todo lo que había en la, mesa y vacío la bolsa. Era una montaña de oro.
El, que nunca había tocado una de esas monedas, tenía hoy una montaña de ellas él paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacia brillar la luz de la vela sobre ellas.
Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco…. y mientras sumaba 10, 20, 30, 40, 50, 60… hasta que formó la última pila: ¿¿¿99 monedas???.
Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una mesa más, luego el piso y finalmente la bolsa. “No puede ser”, pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja -Me robaron- gritó- me robaron!!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro “solo 99”.
“99 monedas. Es mucho dinero”, pensó. Pero me falta una moneda, noventa y nueve no es un número completo –pensaba- Cien es un número completo, pero noventa y nueve no. El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardo las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguno de la casa los veía, escondió la bolsa entre la leña.
Tomo papel y pluma y se sentó a hacer cálculos-
¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda numero cien?
Todo el tiempo hablaba solo en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitará trabajas más. Con cien monedas de oro un hombre es rico.
Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. “” ¡Doce años es mucho tiempo!”, pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un buen tiempo. Y él mismo, después de todo, el terminaba su tarea en Palacio a las cinco de la tarde, podrá trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Saco las cuentas: Sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reunirían el dinero. Era demasiado tiempo!!! El rey y el sabio, volvieron al Palacio.
El paje había entrado en el círculo del 99…. Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando con mal humor.
¿Qué te pasa?- pregunto el rey de buen, modo.
– Nada me pasa. Nada me pasa.
– Antes, no hace mucho reías y cantabas todo el tiempo.
-¿Hago mi trabajo, no?
¿Qué querría su Alteza?, ¿Que fuera su bufón y juglar también?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente.
No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.
Siempre nos falta algo para estar completos… Esa es una tonta psicología que nos hemos creado: No caigamos en el círculo del “99” y no esperemos esa moneda para ser feliz haz como si tuvieras 100 y no 99.