Puntualidad inglesa es lo que caracteriza al trujillano Juan Valdivia, cosa que le agradecemos. Nos entrega una nueva y hermosa historia de vida titulada “La Silla”. En esta oportunidad comienza el relato contando que la hija de un hombre le pidió a un sacerdote que fuera a su casa para que orara por su padre enfermo, Cuando el sacerdote llegó a la habitación, encontró a este pobre hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas.
LA SILLA
Había una silla al lado de su cama, por lo que el pastor pensó que el hombre sabía que vendría a verlo.
-¿Supongo que me estaba esperando?-, le dijo.
-La verdad no, quién es usted-, dijo el hombre enfermo- Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase por usted; cuando entré y noté la silla vacía al lado de su cama, supuse que usted sabía que yo vendría a visitarlo.
-Ah sí, la Silla-.
¿Le importa cerrar la puerta?-. Dijo el hombre enfermo,
El sacerdote sorprendido cerró la puerta. El hombre enfermo dijo:
-Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar.
Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, cómo se debe orar y los beneficios que traen…pero siempre esto de las oraciones; ¡no sé…!
Hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mí, hasta hace cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con nuestro creador, así es como te sugiero que lo hagas-…
-Te sientas en una silla y colocas otra silla vacía en frente tuyo, luego con fe lo miras a Jesús sentado delante de ti-.- NO es algo alocado el hacerlo pues, él nos dijo: “yo estaré siempre con vosotros”–Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora-.- Es así que lo hice una vez y me gustó tanto, así que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces”-.
– Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija… Pues me internaría de inmediato en un manicomio.
El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José, que era algo muy bueno lo que venía haciendo, y que no dejara de hacerlo. Luego hizo una oración con él. Le extendió una bendición y se fue.
Dos días después, la hija de José llamo al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó:
-¿Falleció en Paz?-.- Sí, cuando Salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama. Me dijo que me quería mucho y me dio un beso-.
-Cuando regresé de hacer unas compras una hora más tarde ya lo encontré muerto –
Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes der morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré.- ¿Qué cree usted que pueda significar esto?-. El sacerdote profundamente estremecido, se secó las lágrimas de emoción y le respondió:
“Me gustaría que todos nos fuéramos de esa manera”